Filosofía Siremat


lEYENDA DEL GUERRERO Y EL SOL

Hace muchos años, durante la época prehispánica en la cultura Mexica, el Tlatoani, rey de ese admirable pueblo depositaba toda su confianza al jefe guerrero, pues era quien con su inteligencia y coraje cuidaba al reino de los pueblos enemigos.



Un día lamentablemente el jefe guerrero enfermó y comentó al Tlatoani la importancia de buscar a un guerrero que lo sustituyera pues él estaba cansado y enfermo, además no se sentía capaz de continuar con su función.


Con la tristeza en el rostro el Tlatoani tuvo que acceder a la petición del jefe guerrero, así angustiado le preguntó:


— ¿Cómo he de saber quién es la persona ideal para sustituirte?


El jefe guerrero le dijo que no se preocupara que sólo siguiera con las tradiciones de su pueblo, que convocara a todos los guerreros y les explicara la situación.


Así lo hizo, mando llamar a todos los guerreros y les dijo que era el momento de sustituir a su líder, por lo que iniciaría la selección de los mejores guerreros, y que el jefe guerrero sería el que lograra pegarle a la cúspide de la pirámide del sol con su flecha.


Fue así como la noticia corrió por todo el poblado y los guerreros más hábiles y fuertes se dispusieron a competir. Se formo una gran fila, pues todos querían ocupar el puesto, pero a pesar de los esfuerzos de los guerreros, ni el que era considerado el más hábil, lo había logrado. Pasaron los días y las semanas, la gente pedía a sus dioses que el guerrero electo fuera una buena persona.


Un día cuando ya todos estaban cansados de intentar una y otra vez, pero sin resultados, llegó un joven muy delgado y de mediana estatura, que se dispuso a formarse, pero todos lo que estaban ahí se burlaron de él diciéndole:


— ¿Cómo te atreves a venir a insultarnos, tú el más joven de los guerreros, osas pensar que nos ganarás, a nosotros que tenemos toda la experiencia de las grandes batallas?


A lo que el joven guerrero contestó:


— Todos tenemos la oportunidad de ser elegidos, por eso estoy aquí.


Burlándose aún más de él le pidieron que pasara al frente y lanzara su flecha y que les dejará de quitar el tiempo, pues necesitaban concentrarse y practicar.
Así lo hizo, el joven guerrero, se paró al frente de la pirámide y se dispuso a lanzar su flecha, los demás indiferentes comenzaron a platicar, cuando de repente alguien gritó sorprendido:


— ¡No puede ser, lo ha logrado! ¡Lo logró al primer intento!


Todos se quedaron sin habla, sorprendidos e e intrigados le preguntaron:


— ¿Cómo es que lo lograste?, ¿Qué acaso los Dioses están contigo?


Él con una tranquilidad increíble, contestó dirigiéndose a todos:
— Todos ustedes apuntaban a la cúspide de la pirámide y observe que sus flechas apenas tocaban la mitad de la gran pirámide, entonces yo apunte hacia el sol. Así me di cuenta que debemos apuntar más allá de lo que soñamos, para conseguir lo que realmente deseamos.